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Navidad símbolo de amor y paz en el corazón de la humanidad






Por Dr. Amín Cruz


 “No hay regalos más grandes ni más pequeños que los que se regalan con amor y bondad”, Amín Cruz.

 

La Navidad, es celebración universal, trasciende las barreras del idioma, la cultura y deja en el ser humano la certeza de que existen momentos en los cuales los sentimientos negativos se transforman en positivos, momentos en los cuales la alegría del corazón supera las prevenciones de la razón y momentos en los cuales la magia del amor triunfe sobre los impulsos de la guerra.

 

Y así, el espíritu de la Navidad impregna toda la vida. Es la Navidad una época para compartir en familia y dejar una huella imborrable en el corazón de todos: niños, niñas, adolescentes, adultos que trae desde tiempos remotos el significado de un renacer a la luz.

 

Algunas tradiciones que se remontan a la época Antes de Cristo cuentan cómo en estas fechas, que coinciden con el solsticio de invierno, se hacían fogatas en las altas montañas para invitar al sol a regresar a la Tierra con el fin de alumbrar y calentar a la humanidad, después de la oscuridad y el frío del invierno.

 

Con el nacimiento de Cristo, en este mismo solsticio, aparece el simbolismo del nacimiento a la luz con un sentido espiritual, acogido por varias culturas. Aunque hoy día se le ha dado un contexto comercial...

 

La costumbre casi universal del árbol de Navidad con sus luces y adornos es una evocación a la necesidad anual que tiene el ser humano de renacer y encontrar nuevos comienzos y esperanzas en un despertar del ciclo vital.

 

Por lo que en la actualidad nos encontramos a pocos días de la celebración de la Navidad por lo que el Congreso Hispanoamericano de Prensa, adjunto a otros considera que es una fecha muy importante:

 





El nacimiento de Jesús es el cumplimiento de la promesa hecha por Dios a la humanidad: enviarle un Redentor que instaure una nueva época, un mundo de paz, de amor y de justicia. Desde entonces, la Navidad -Dios con nosotros-, ha llenado y llena de alegría a toda la humanidad que lo celebra con mucha solemnidad.

 

Pero mientras más la rodeamos de alegría y solemnidad más nos alejamos de Jesús.  El Nacimiento, la Novena, los Villancicos de rico contenido, se quedan en la vanidad social, no alimentan ni cambian nuestra vida, tampoco alientan la espiritualidad.  Cuando se acaba la Navidad solo queda un recuerdo que pronto se olvida.

Nos contentamos con ver a Jesús de lejos, en la imagen del Niño y no hacemos el menor esfuerzo por encontrarnos con Él, dejamos a un lado la "vida en abundancia" y nos extraviamos en laberintos que nos confunden y deshumanizan.

 

Se no olvida lo que es la fraternidad y la solidaridad que son el mayor y mejor de nuestros bienes; hoy que los hombres se matan y mienten, que la violencia no para, que la corrupción prevalece, que la lealtad, la verdad y la justicia casi han desaparecido.

 

Hoy que los hombres no vivimos como hermanos y la paz ha huido de nuestra vida y hasta nos viene la tentación de perder la fe y la esperanza…, esperamos que el Nacimiento de Jesús, ya no en Belén sino en nosotros, haga brillar un nuevo amanecer en el mundo, en nuestra Patria, en cada familia, estamos viviendo unos tiempos muy difíciles en los que deberíamos empatizar con los que están sufriendo y padeciendo las consecuencias de las irresponsabilidades de otros, ganemos en humanidad.

 




Lo más importante siempre han sido, son y seguirán siendo las personas y a ellas son las que se deberían dedicar nuestros mayores esfuerzos de diálogo, encuentro, esfuerzo, ternura…

 

En familia caminamos juntos, unidos y experimentando vivencias únicas que nos edifican y fortalecen permanentemente en alegría, oración y gratitud, además de respeto, cercanía, perdón y escucha, son actitudes que nos preparan para vivir la Navidad de modo auténtico.

 

Les deseamos unas felices Fiestas Navideñas… Fraternalmente la Directiva del Congreso Hispanoamericano de Prensa y la Familia de los demás Congresos.

 

Por último, quisiéramos pedirle al niño Jesús, por aquellos niños, niñas y familias venerables que se encuentran en momentos difíciles: guerras, hambrunas, miserias, injusticias, violaciones, Señor ten piedad de ellos y de nosotros.

 

“En Navidad Dios se revela no como el que está en lo alto para dominar, sino como el que se abaja, pequeño y pobre, para servir: esto significa que la manera de parecerse a Él es la de abajarse, la del servicio.  Para que sea verdaderamente Navidad, no olvidemos esto: Dios viene a estar con nosotros y nos pide que cuidemos de nuestros hermanos, especialmente de los más pobres, débiles y frágiles, a quienes la pandemia corre el riesgo de marginar aún más.  Porque así es como vino Jesús al mundo, y el pesebre nos lo recuerda”, Papa Francisco.

 


Dr. Amín Cruz, CEO, presidente y Fundador del Congreso Hispanoamericano de Prensa, Padre y Embajador de la Prensa latinoamericana, Diplomático ante la ONU, periodista, escritor en USA.

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