Por: Rodolfo Valderrama Díaz.
Indudablemente, muchos parlamentarios, congresistas y representantes colombianos desarrollan demasiadas actividades; administran burocracia, fruto del reparto cuando inician la legislatura; intercambian favores, en especial para familiares y amigos cercanos con otras entidades de Poder y Control dada su interdependencia; intervención en grandes contratos, ocasionando corrupción y enriquecimiento, o viajar semanalmente a sus regiones donde atienden agasajos e invitaciones, algunas relacionadas con el trabajo legislativo, pero principalmente con labores y campañas políticas para reelegirse.
Dada la cantidad de problemas nacionales y el cúmulo de proyectos archivados, el período para estudiar y debatir que dedican es ínfimo para solucionar graves situaciones; recordemos que solamente sesionan tres días a la semana durante escasos ocho meses, entonces el número efectivo de sesiones ordinarias es del orden de noventa, 90 de los 365 dias del año, algo vergonzoso y precario para cumplir su función primordial, legislar, de ahí el acostumbrado pupitrazo, es decir aprobar leyes sin leer las propuestas y por supuesto sin debatirlas. Es decir que la mayor parte del tiempo lo dedican para incrementar sus ingresos por encima de sus astronómicos sueldos y para hacer campaña para reelegirse, minimizando su obligación, estudiar y dictar las leyes.
Esta situación es más crítica por el ausentismo dentro de los escasos 90 dias o sesiones programadas para un año, asunto practicado desde tiempo atrás, y continúa, dada las trabas internas y nuestro engorroso orden legal; a propósito se reveló un estudio de una veeduría ciudadana sobre la legislatura 2014-2018. De esta investigación se deduce que considerando promedios generales del bloque de congresistas y refiriéndonos a los cinco movimientos más numerosos que representan cerca del 80% del total de legisladores, el grupo de mayor asistencia a las sesiones fue el Centro Democrático (CD) y el de menor asistencia el Conservatismo (C.), el primero con 95% y el segundo con menos del 90%; el Liberalismo (L), Cambio Radical (CR) y el Partido de la U (U) presentaron una asistencia del orden de 90%. En el 2016 se presentó un proyecto para adoptar medidas drásticas anti-ausentistas, pero fue archivado, solamente asistieron nueve miembros de los 19 de la Comisión Primera, nada extraño, recordemos el fracasado intento por reducir sus altos salarios. Otro hallazgo, las irregularidades en las excusas, además algunos contestan lista y luego se ausentan. Como consecuencia del estudio referido, se ha pedido la revocatoria ante el Consejo de Estado para treinta congresistas, casi en su totalidad de los movimientos (C, CR, L y la U).
Aunque el ausentismo es grave no es lo peor, dados los innumerables privilegios producto de actuaciones como juez y parte. Prueba de la prioridad del trabajo político del congresista, es que durante la temporada de campañas y elecciones el ausentismo se incrementa y la actividad legislativa es nula, este aspecto no aparece en la investigación. Por este abuso, el Legislativo y el Sistema Electoral son los organismos más corruptos y repudiados, pero nada hemos hecho para su reestructuración, y menos debemos esperar de sus directos beneficiados. Bien por la veeduría independiente, fiscalizadora del Congreso, por algo se empieza, apoyémosla !
rodovaldi@hotmail.com
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